Dueño de mi dominio.

Es que a mi no me gustan las imágenes por eso de que son más que mil palabras; a mi me gustan las palabras, en su más mínimo elemento, las letras. No me gusta ahorrármelas, me gusta su desgaste de mi boca a mis rodillas, que pasen por mis manos, espalda, cabello y en el colmo del hedonismo por tu boca, tus piernas… por tus muslos y que se queden entre ellos y mi vientre callado.

Quiero hablar contigo

(... y esta pinche hora me lo impide porque seguramente despertaré a JD.)

Leche caliente...

Perdón... pero eres tu y tu cuerpo la causa de mis insomnios. Así, como se lee, no puedo dejar de pensarte... mis piernas que no pueden cerrar sin sentirte, explican todo. Es Cuanto.

Un 'te amo' más...

Y hubiera sido el acabose... me refiero a que tu voz de trueno diciéndome

Poeta...

Aún recuerdo la primera vez que me enamoré de ti
(perdona, pero me ha pasado tantas veces -contigo- que debo marcar un principio).

Tengo miedo...

¿Quién es el hombre en la casa que cocina por horas como yo lo hacía antes para nosotros?

¿A que nadie despierta en domingo llorando por la vida que ya vivió y el dolor de la que no vivirán otros?

No te enamores

Como es mío, y lo mío viene a parar en este lado -que lo inició todo-... pues nada, ahora que soy quien era y tu eres quien serás... pues: Gracias por no hacerme caso, por enseñarme sobre amar.

¿Crees que morí?

Ésta, la de aquí ¿crees que se fue, o tan sólo agoniza?

Hay días -como hoy-, en que estoy absolutamente segura de que no... pero luego viene la vida, y la otra -el ego- se asume incapaz; aquella que estaba llena -hoy vacía-, suelta el control, se lo entrega a la Deriva, se idiotiza y se despersonaliza de ella -de mí-.