Aún recuerdo la primera vez que me enamoré de ti
(perdona, pero me ha pasado tantas veces -contigo- que debo marcar un principio).
La primera vez oí tu voz, temblé... tu guitarra me hizo gritar (menos que tus manos cuando me tocaron -también esa primera vez-)... son cosas que debo contrastar, cuando jamás pensé qué tanto de tu historia sería dedicado a mí; sabes... eso de ser niña cuando ya eras gigante, complica mucho que el mundo entendiera lo que nos pasó.
Oigo ahora tus discos, tus homenajes
tantas canciones... tanta risa...
y sólo amparas tanto llanto (mío).
Hay precios carísimos cuando se enamora uno de quien no debe... (me dijiste tú un 15 de septiembre desde Madrid... y yo en D.F. -hasta la misma rola llamaste así-).
Dios bendiga a tu esposa...
Descansa en paz ésta noche que trato de matarte para poder seguir viviendo, poeta.
LL
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