Trato de explicarme cómo fue posible que mi elevado grado de estupidez te alejara de mí en medio de la madrugada.
Quizá un día vuelvas aquí, y no la creas, pero al menos leas esta explicación: al que le mentí fue a él. Tu estabas en mi cama, en mis días, en mis más secretos y enfermos anhelos.
Creo que ambos sabemos que nos mentimos, que estábamos ciertos en que eramos el uno para el otro, y que ambos por el pánico tremendo buscamos todas las excusas perfectas para huir.
También sé que entrar a mi cuenta y leer una de 3 mil doscientas conversaciones iba a darte los motivos que esperabas hallar.
Lo que resume todas las telarañas que te hiciste es esto: él tenía mis mentiras, tú, mi verdad.
Mi piel quedó marcada como con nadie nunca.
Y eso no se lo digo a nadie en mensaje alguno, te lo escribo a ti, que no crees en las palabras.
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