Cicatrices por tatuajes

Hay cierta gracia en tener amigos terapeutas que te creen mejor que ellos para ayudarte a llegar a las causas de tus propios males, y por ende no te digan nada nuevo que pueda mejorarte.

Nunca he sido adicta a las cicatrices –ni tatuajes, pero ahora, con todo el cuerpo dañado, hasta los considero-; me molestan, cicatrizo queloidemente y eso es una chingadera, cualquier cosa se queda para siempre en mi piel (como generalmente cualquier persona se queda para siempre conmigo, incluso aunque no quiera, o se haya ido… o yo la haya botado de mi vida… no se va, no tengo el don de ‘dejar ir’ –todos están aquí-)…

La cuestión es: desde que moriste, aparentemente generé un sentimiento de culpa profundo, tan profundo por estar viva sin ti, que en episodios como el de anoche, me lastimo ‘accidentalmente’ para castigarme por vivir después de tu muerte.

Claro que para llegar a esto he tenido que pasar un año de locura inducida para ahora contar con cicatrices de 18 cms, ojos morados que casi se revientan, quemaduras de grado quirúrgico… y el desarrollo de otra yo -la cual aparentemente quiere acabar conmigo (más que yo)-.

Estoy convencida que mezclar el alcohol y los ansiolíticos, o mezclar el alcohol con mi sangre, de ninguna manera te va a traer de regreso. Pero no quiero -leeme bien: no quiero cambiarlo-.

Desarrollé alcoholismo acelerado por los 30 años que no lo ingerí.

Sé que sin ti y sin mí este pinche planeta no cambiará ni madre… pero a mí, sin ti, me falta la mitad de la esperanza... en días pareciera que hasta la mitad del cuerpo para caminar.

Soy feliz, pero sin ti algo no está bien aquí.

El destino, mundo, vida, el arquitecto del Universo –como le decías- el concepto de 'Yo', sin ti, nomás no me funciona.

Espero pacientemente el momento de retirarme, de dejar de extrañarte… lo espero resignadamente mientras mi Mamá desmejora notablemente con el paso de las semanas –que son tan lentas desde que no estás-.

Espero y trato de destruirme casi al mismo ritmo –aunque las ganas de lo segundo le ganen en días a lo primero-.

No sé si volveré a saberte, a tenerte, a… oírte –Dios, jamás imaginaste que alguien extrañara tanto tu voz-… sabes que no creo en nada… yo creía en ti, y ya.

Hoy cuando R preguntaba cuándo iba a detener el daño que me genero, la sangre que me quiero ver fuera del cuerpo –como en tus heridas, recuerdas, las que nunca pude curar-, las quemadas, los golpes, el dolor… le confesé: espero no detenerlo hasta que uno de estos días no falle y termine conmigo.

Él guardó silencio, profundo y cauteloso, lo interrumpió sólo para decir: nadie más puede ayudar, sólo tú y lo entiendes, sabes cómo y qué hacer para corregir el daño que te haces… pero si no quieres, todos los que te amamos te veremos destruirte… como tú lo viste destruirse a él.

Entonces me acordé de ti… de la capacidad brutal que tuviste para acabar contigo de todas las formas posibles, sobre todo en los últimos años.

Cuando finalmente te fuiste cuando supliqué te quedaras; te amo tanto, que te necesitaba para respirar… y mira qué mal lo he probado… porque, ja! Respiro!.. Y lo odio si no estás, y no quiero evitarlo, quiero ser capaz de lastimarme tanto que pueda resistir solamente hasta que mi Mamá se vaya… y justo al minuto siguiente de despedirla, acompañarlos.

Este es mi más honesto, profundo y enloquecido sentimiento… el cual sé no compartirías, ni tu ni nadie que me quiera… por eso no se los cuento, por eso, sólo te platico la verdad, hasta que logre, encontrar sin ti, la fuerza que me falta… pero es que he sido tan feliz, he vivido todo y tanto… ya no me falta nada… sólo me faltas tú.


Luna herida por todo lo que te ama, Papá. (lo sé, dime si no son chingaderas)