Este Blog se ve completo en Opera, Chrome, Safari y FireFox.

jueves, 28 de marzo de 2013

Temblando



Verás, vengo acá de nuevo porque me desnudas y asustas.

Es decir, no estoy acostumbrada a gustarle tanto a alguien, ¿sabes? No, no lo sabes. Estas tan impresionado conmigo que no tienes ni la más remota idea de que no suelo manejar bien la adoración.

Y no me estoy quejando –o quizá-, pero me asustas. Es decir, cuando tus manos me recorren toda, sufro; cuando intencionalmente echo a perder todos y cada uno de los momentos románticos, sensuales y eróticos que tienes (que son tantos), es por mi bien.

Sacarte de quicio, hasta que me obligues a hacer lo que ambos queremos, se me empieza a hacer costumbre.

Sirva esta confesión como preludio para anunciarme que he decidido irme de esta relación que no empezó, pero que te empeñas en tener conmigo… pero yo no me amo, es más, me odio… y entonces te explico una y otra vez: ¿qué puedo darte a ti?

¿Qué hago en noches como ésta en que caes rendido y en voz alta afirmas que mi temblar es por el mismo orgasmo que el tuyo? Pero no, mi temblar es por miedo.

La gente perfecta –como los de tu bando-, tarde o temprano van a estamparse de frente con las cabras locas como yo. Alguien dedicado en cuerpo y alma a cosas buenas, sanas, limpias, honestas… a cosas de niños (que los ama además)… dista mucho de mi enferma persona.

Empecemos porque el deporte me ha parecido desde que tengo memoria: una pendejada. No pa' verlo y apostar, pero sí para practicarlo. A ti en cambio te salvó la vida.

Los niños, los amas, yo los veo como bichos raros.

Tu obscena forma de confiar, tu sonrisa, fuerza, positividad, tu conocerlos a todos, tu política, interesarte en todo, amar a todo… no. Me enferma.

Tus muslos perfectos, tu espalda… esa forma que tienes de enseñarme a diferenciar el amor del sexo… todo en ti me hace daño, todo.

Y nada, que debo explicármelo primero aquí, para mañana poder terminar con esto que no dejé que empezara… y tus domingos de nieve, parques, manos…. Tu forma de acariciarme, besarme, todo eso, me derrite y me lastima al mismo tiempo.

Perdón, llegué demasiado dañada a ti… y lo siento por mí, porque habría tantas mujeres que matarían por un hombre como tú… sólo que yo no soy una de ellas.


Luna_hablándole_a_su_amigo_imaginario.

2 comentarios:

quimeras dijo...

hace tanto q no publicabas... es bueno leerte como siempre tan tu

Unknown dijo...

WHOOOH....EL TEMOR DE AMAR EN SU MÁXIMA EXPRESIÓN...