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domingo, 16 de junio de 2013

Favores a los muertos (o Feliz Día del padre)


Mi padre siempre me dijo: ‘No le hagas favores a los malagradecidos porque son los peores. Si hasta un perro es agradecido, una persona que no lo es, es menos que un perro’.

Y con eso me quedé toda la vida, hasta hoy que descubrí algo verdaderamente ilustrativo: Quizá hasta los malagradecidos merezcan favores… considerando la nueva especie: los muertos.
Es que hoy me pasó eso, le hice un favor a un muerto y pude comparar la sensación de hacerle un favor a un malagradecido vs un muerto… la diferencia es abismal.

Vaya, es que hay un contexto, claro (siempre lo hay), todos conocemos mis días sin dormir, en los que ahondaré ahora:

Mi madre sufre cirrosis por iatrogenia; digamos que le cortaron los conductos excretores del hígado por una mala operación y tuvieron que unir el intestino en el hígado para que éste pudiera sacar la bilis, un procedimiento muy complejo y delicado que como resultado le provoca una degradación inevitable (el intestino no está hecho para fungir de colédoco) hasta mantener a mi mamá como una persona que debe llevar una dieta estricta (no más de 700 ml de líquidos por día, no más de 30 gramos de proteínas, nada de grasas, casi 90 gramos de pastillas y otras sustancias por día, con más de 10 inyecciones y dolores intensos de un intestino estresado, un hígado desgarrado, más un corazón debilitado como consecuencia natural, un páncreas debilitado severamente, vaya que este cuadro obliga a medicarla sobremanera para que pueda sobrevivir), como resultado tenemos una apariencia diabólica: ojos tan amarillos que casi son naranjas, un peso de 40 kilos, una piel que parece cáscara de huevo que se siente cada vez que la masajeo o inyecto, su pielecita truena porque la bilis en sangre (en efecto, el intestino no captura toda la bilis y el excedente se va directo a sangre) endurece y esclerosa (estrecha) las venas y la piel (recordemos que la bilis es la sustancia que parte las moléculas de grasa o de proteínas, entre otras cosas, así que en la sangre la sustancia repite sus procesos, hace estragos en lo que no digiere)... podría hablarles de la comezón insufrible de la bilis en la sangre y la comezón que no se quita con nada y las llagas que provoca, pero entonces tendría que hablar de la cantidad de hemorragias que provoca y la pérdida sanguínea que supera lo agradable para el lector que imagino ya se hizo una película de la situación.

Pues así vivimos todos los días con mi madre santa, sus otras dos hijas, nieta, cuñada y yo.

Somos un equipo que responde ahora a una enferma (antes mi papá aderezaba el cuadro con una insuficiencia renal crónica que he documentado en este blog sobradamente, pero quien decidió morirse en vez de soportar tanta mierda –cosa que le aplaudo y le recrimino al mismo tiempo-) y quien durante varios meses me ha tenido de enfermera de cabecera y por ende ha mejorado – o vaya no ha empeorado- lo suficiente para que cuando dejo de ser nini (= a ser enfermera 24/7) se nota su desmejora que luego de un mes en un trabajo… uno de estos con horarios donde sus dos enfermeras (Azul y yo nos metimos en la boca de un lobo que hay que hacer bueno) están metidas en juntas y en responsabilidades empresariales.

Total que ambas mandamos la chamba a la mierda y nos turnamos pa’ cuidarla y sacarla del ni reconocernos (por la acumulación de amonio en el cerebro) a que volviera a comer y saber quiénes somos sus hijas.

Luego de acomodos y tensiones, un muerto (hoy es muerto, antes era mi ‘novio’ – uso su definición de nuestra relación-) me pidió cosas, y yo las cumplí: hacer una entrevista y moverla en algunos medios.

El asunto es que tuve que esperar a que me relevaran en el cuidado de mi madre y cosas menores para cumplir el favor entre dos ciudades con 100 kms de distancia… y cumplí con todo.

Pero vaya, que mi auto es el ‘oficial’ para el traslado de mi madre de casa al hospital, y si en mi ausencia ocurre algo, a mi hermanita menor se le ocurrió habilitar otro vehículo (ya que el vómito y las varices esofágicas se revientan y provocan sangrados alarmantes que requieren cauterización), y me llama y pide una ‘pila’ que solo se consigue en cierto lugar que yo conozco bien en la ciudad a la que viajé, pero que por el día y hora ya estaba cerrada.

Todo ello, posterior a la entrevista que me pidió el muerto.

Hasta aquí todo bien. Bueno, si tomamos en cuenta que el muerto jamás me preguntó ni se interesó en mi vida y obra; el asunto es que llegué media hora tarde a una entrevista intermunicipal, y a que el retrasado mental con quien tuve una relación ridícula me recrimina el cambiarle por minutos, lugares y situaciones… y nada, que mi cansancio es tanto… que vine, papá a decirte: cuánta razón tenías, pero neta te gané por quinta vez, en algo.

¡Los malagradecidos quizá merecen más favores!

Es más, los mitómanos que dicen que aman a alguien cuando ni al caso, los pendejos, esos que no saben querer, los acomplejados porque son incapaces o insuficientes, todos ellos merecen más misericordia y favores que los muertos.

Bueno pues que el muerto es tan mitómano (pobre enfermo pendejazo) que piensa que cuando le cuentas que te cayó una tromba en carretera… duda!

Pinche imbécil.

Él miente por sistema, mientas yo siempre digo la verdad… sí, también por sistema.

Total que el desastre estaba predestinado.

Finalmente concluí: nadie paga tan mal un favor como un muerto... porque te paga el bien con un mal (que mierda!).

A chingar a tu putísima madre: hasta nunca.


Luna libre.

3 comentarios:

quimeras dijo...

Ya lo dijo Billy Wilder... ninguna buena acción queda sin castigo... Cést la vie!

LuMmo dijo...

Pasé a visitar. Dejo en la mesita una sonrisa que peca de nostalgia, y mi más franca admiración por la mujer que eres. Hermoso leerte de nuevo (aunque no en tu mejor circunstancia).

A tu mamá, mi abrazo -uno delicado y cuidadoso, pero profundo, por favor-.

- Lufemol.

Luna Líquida dijo...

Te mandé traer...