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sábado, 30 de diciembre de 2006

Egolandia III.

Busqué una cara familiar, algo, alguien que me indicara si era padre o madre...
¿o me dijo su hermano?.
Me cayó tarde el veinte, era su Papá el fallecido.
Lo supe cuando leí "Gutiérrez" en la pizarra de la capilla dos.
Cuando pude reconocerla estaba resignada, tranquila y en medio del cuadro, como para que no me fuera yo a perder, o algo peor, comenzar a gritar su nombre para hallarla.
A un lado, mi jefe -que es su jefe-, con su esposa.
Primero lo primero, la abrazo, luego le digo cosas que digo, cuando siento profundamente lo que siento, lo que le duele a otro como si me doliera a mí.

Ella me dice: "gracias por venir".
No digo más pero me pregunto qué sentido tiene que este yo ahí.
Luego recapacito, en medio del cómodo silencio de unos segundos, que no saludé al jefe, quien con cara de desagrado me mira de reojo.
"Buenos días... perdón, buenas tardes", digo torpemente. Él y su esposa responden: buenas... tardes.
En medio de un ridículo idiota, nos damos cuenta de que no tienen nada de buenas para Isabel, quien en 40 minutos estará enterrando a su papá.
Pero así es la gente aquí en Egolandia, primero el buen decir, el saludar, cumplir con los buenos modales, luego preocuparse por lo que sienten los otros.


Luna Insensible

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